jueves, 28 de julio de 2011

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Lo más extraño de la vida es que sigue su traqueteo, ciega e ignorante, incluso cuando tu mundo privado, la pequeña esfera que te has forjado, se retuerce y deforma hasta que llega a explotar. Un día tienes padres, al siguiente eres huérfana. Un día tienes un lugar un camino. Al siguiente estás perdida en una selva.

Y sin embargo, el sol sigue saliendo y las nubes se juntan y van a la deriva y la gente compra comida y las persianas suben y bajan y se tira de la cadena. Es entonces cuando te das cuenta de que casi todo, la vida, el incesante mecanismo de existir, no tiene que ver contigo. No te incluye en absoluto. Va a empujarte hacia delante incluso después de que hayas saltado más allá. Incluso después de que hayas muerto.




sábado, 9 de julio de 2011

=)


Dos años han pasado de aquella escenita romántica

No había ni velas, ni pétalos de rosa, ni música romántica. Sólo teníamos un sofá, mucho mucho calor y, como banda sonora, el señor que huele a vino. No es una banda sonora apropiada para el momento pero ¿qué más da?

Tampoco hubo eso que vosotras llamáis “amor” pero ¿es necesario? Recuerdo tus “¡estás boba!”, tus risas y sobre todo tus miradas de complicidad. Recuerdo tus brazos dándome toda la protección y tranquilidad que en ese momento necesitaba. Pero no recuerdo el amor, y después de dos años veo que no fue para nada necesario. No necesité los besos ni los “te quiero” y hoy, después de dos largos años sigo sin necesitarlos.

También recuerdo el dolor. Un dolor que nunca antes había sentido y que no he vuelto a sentir jamás. Junto a ese dolor recuerdo tus dedos paseándose por mi espalda dándome toda la paz y energía para pasar ese “mal rato”.

El señor que huele a vino fue la mejor banda sonora que pude tener.