viernes, 11 de marzo de 2011

Luz

Ella tenía la luz. Ese punto de luz que había iluminado su camino. Ese punto de luz que antes estaba en las paredes de aquellos largos y oscuros pasillos y que se apagaba y se encendía a su antojo. Ese punto que ahora es “suyo”. Ella tiene el punto de luz sobre la palma de la mano y puede iluminar lo que le plazca con él. Puede iluminar las paredes, el techo y lo más importante, los siguientes metros del pasillo.

Ella no sabe cómo utilizar la luz. Sí, la tiene, la posee y eso le la fuerza, le da poder. Pero, ¿de qué sirve tener la luz si no sabe utilizarla? Sólo la tiene en la palma de su mano pero no ilumina. No sabe cómo conseguir que la luz ilumine los recovecos del pasillo, no sabe como iluminar las paredes. En definitiva es como si no tuviera la luz.

Sin luz se siente vacía, sola y más alejada de su camino que antes, cuando la luz estaba en las paredes y aunque no pudiera jugar con ella la iluminaba.

Sin luz, ella no es nada.

martes, 8 de marzo de 2011

Saber...

Saber o no saber esa es la cuestión.

No. No estoy emulando a Shakespeare. Saber o no saber es una de las decisiones que tomamos diariamente.

Por un lado está no saber. No saber es la opción más cobarde pero la más fácil y la que más utilizamos todos los días. “Ojos que no ven, corazón que no siente” pensamos. Y en el fondo sabemos que es así. Si no sabemos cosas que no queremos saber seremos más felices. Pero felices en nuestra ignorancia. ¿De verdad es eso felicidad? No lo sabrás nunca porque has seguido el camino del “no conocimiento”.

Y por otro lado está el saber. Saber es la opción más dura, con la que más palos te vas a llevar, la que más duele, la más difícil y la que casi nunca escogemos. Con esta opción vamos a poder conocer muchos secretos, muchas “cositas” de la gente que nos rodea. Pero la pregunta que todos nos hacemos es si merece la pena. ¿Merece la pena saber todas esas cosas cuando la mayoría nos van a doler? ¿Merece la pena conocer secretos sabiendo que nos van a hacer daño? Es un riesgo que hay que correr. Para poder saber, poder conocer hay que cerrar el corazón detrás de unas murallas que el conocimiento no sea capaz de tirar. Cerrar el corazón al dolor.

Ni soy Shakespeare, ni soy Descartes… sólo quiero ser un corazón completamente blindado, sin dolor.