lunes, 27 de diciembre de 2010

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Como todos los años desde que empecé con esto del “internete” (de eso hará ya unos…6 años) escribo unas líneas cuando va a llegar Nochevieja. Normalmente redacto chorradas (si, son chorradas) y cursiladas que se me ocurren, sobre todo dando las gracias a las personas que han pasado conmigo momentos del año, tanto buenos y como malos. Este año no iba a ser una excepción.

El problema es que este año sólo puedo darle las gracias a una persona (a pesar de que por mi vida han pasado, y pasan, muchas más). Ahora todos estaréis expectantes pensando: ¿seré yo? Sintiéndolo mucho debo decir que no. No sois ninguno de vosotros. Este año sólo puedo darme las gracias a mí, solamente a mí misma. Sé que ahora mismo pensareis que soy la tía más egocéntrica del mundo y por ello me estaréis odiando, pero, este año, es lo que toca.

Dicen por ahí que cuando todo falla necesitamos independencia. No podemos estar en las faldas de nadie, ni siquiera de nuestra familia. Bien, pues todo falló, todo se fue al traste y tuve que volver a reconstruir mi mundo. Ha sido un año muy muy duro en el que me encontraba total y absolutamente sola y en la oscuridad. Desgraciadamente (y no creáis que no lo intenté) ninguno de vosotros podía darme la luz. Tenía que darle al interruptor yo sola y aprender a “jugar” con la luz. Al final, después de muchos esfuerzos la luz de hizo (y de qué manera).

Por ello sólo puedo darme las gracias a mi misma. Por haber sabido dar la luz, por haber podido salir de la oscuridad sin ayuda de nadie, por aprender que era eso de la independencia (y ahora no querer soltarla), por aprender a ser feliz con lo que yo misma construí y por aprender a estar cerca aun estando a miles de kilómetros.

Sé que algunos de vosotros lo habéis intentado, pero no habéis podido, no sabéis lo difícil que fue dar la luz, ni sabíais donde estaba el interruptor. Pero aun así contáis (y contareis) con todas y cada una de mis sonrisas, lágrimas y todo lo que pueda daros que probablemente sea muy poco comparado con lo que habéis intentado darme vosotros durante este año. De todos modos no olvidaré jamás aquellas mañanas en el laboratorio, aquellas largas tardes de primavera y aquellas noches de verano con una cerveza en la mano.

Ahora que la luz ya está encendida estáis todos invitados a disfrutar de ella.

viernes, 24 de diciembre de 2010

jueves, 23 de diciembre de 2010

viernes, 10 de diciembre de 2010

Declaración de intenciones

1. Prometo no sorprenderme pensando en ti.
2. Prometo no volver a buscarte por las calles llenas de gente.
3. Prometo no relacionar cualquier pequeño objeto contigo.
4. Prometo no hablar de ti con nadie de mi entorno.
5. Prometo no imaginarme nuestro encuentro.
6. Prometo no comparar a nadie contigo.
7. Prometo no hablar contigo en mi mente ni pensar qué me responderías.
8. Prometo ser yo y sólo yo, no tú disfrazado de yo.
9. Prometo no enfadarme si, inesperadamente, algo me recuerda a ti.
10. Prometo no echarte de menos.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

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Hoy pasé por delante de un parque de atracciones. Como no puedo gastar dinero a lo loco, pensé que era mejor observar a la gente. Estuve mucho rato ante la montaña rusa: veía que la mayoría de las personas entraban allí en busca de emoción, pero cuando ésta se ponía en marcha, se morían de miedo y pedían que parasen los vagones.

¿Qué es lo que quieren? Si escogieron la aventura, ¿No deberían estar preparadas para ir hasta el final? ¿O creen que sería más inteligente no pasar por estos sube y baja, y montarse todo el tiempo en un tiovivo, girando en el mismo sitio?

Por el momento estoy demasiado sola como para pensar en el amor, pero necesito convencerme de que va a pasar, conseguiré un empleo, y estoy aquí porque he escogido este destino. La montaña rusa es mi vida, la vida es un juego fuerte y alucinante, la vida es lanzarse en paracaídas, es arriesgarse, caer y volver a levantarse, es alpinismo, es querer subir a lo alto de uno mismo, y sentirse insatisfecho y angustiado cuando no se consigue.

No es fácil estar lejos de mi familia, de la lengua en la que puedo expresar todas mis emociones y sentimientos, pero a partir de hoy, cuando me deprima, recordaré aquel parque de atracciones. Si me hubiese dormido y hubiese despertado de repente en una montaña rusa, ¿qué sentiría?

Bien, la primera sensación es la de estar prisionera, sentir pavor en las curvas, querer vomitar y salir de allí. Sin embargo, si confío en que los raíles son mi destino, en que Dios guía la máquina, esta pesadilla se transforma en excitación. Pasa a ser exactamente lo que es, una montaña rusa, un juego seguro y fiable, que va a llegar hasta el final, pero mientras dura el viaje, tengo que ver el paisaje alrededor, gritar de excitación.


Paulo Coelho

sábado, 4 de diciembre de 2010

Reflexiones de María.

Todo me dice que estoy a punto de tomar una decisión equivocada, pero los errores son una manera de reaccionar. ¿Qué es lo que el mundo quiere de mí? ¿Que no corra riesgos?

¿Que vuelva al lugar del que vengo, sin valor para decirle «sí» a la vida?

Ya reaccioné equivocadamente cuando tenía once años y un niño me pidió un lápiz prestado; desde entonces, entendí que a veces no hay una segunda oportunidad, que es mejor aceptar los regalos que el mundo nos ofrece. Claro que es arriesgado, pero ¿será el riesgo mayor que un accidente del autobús que tardó cuarenta y ocho horas en traerme hasta aquí? Si tengo que ser fiel a alguien o a algo, en primer lugar tengo que ser fiel a mí misma. Si busco el amor verdadero, antes tengo que cansarme de los amores mediocres que encuentre. La poca experiencia de vida que tengo me ha enseñado que nadie es dueño de nada, todo es una ilusión, y eso incluye tanto los bienes materiales como los bienes espirituales.

Aquel que ya perdió algo que daba por hecho (algo que ya me ocurrió tantas veces) al final aprende que nada le pertenece.

Y si nada me pertenece, tampoco tengo que perder mi tiempo cuidando cosas que no son mías; mejor vivir como si hoy fuese el primer (o el último) día de mi vida.