sábado, 25 de junio de 2011

Entre tus brazos



Entre tus brazos puedo sentir mil y una cosas… y sin necesidad de utilizar mis sentidos.

Puedo sentir que “estoy fuera de lugar” que no “debería estar ahí” y que “no es ético ni moral que sea YO la que esté entre tus brazos”. En mi mente oigo las palabras de los demás susurrándome que lo que estoy haciendo no está bien y me llego a sentir incómoda. En ese momento me revuelvo y tu suspiras con toda la tranquilidad del mundo.

Puedo sentir que soy la reina del mundo, que nada ni nadie me va a hacer daño pues tus brazos me protegerán. Tus brazos serán mi escudo ante las impertinentes palabras y actos de “la gente”. En ese momento me agarro más y más fuerte a ellos y tu me respondes con un apretón de manos.

Puedo sentir que soy una hormiguita… pequeña muy pequeña y débil muy débil. Si tu lo deseas puedo morir aplastada rápido y sin darme cuenta. Estoy totalmente a tu merced. En ese momento siento tus dedos recorriendo mi vientre como la hormiguita que soy y tengo la certeza de que no lo harás jamás.

Y puedo sentir que soy la persona más feliz del planeta. En ese momento te miro y veo tu pequeña sonrisa de satisfacción.




jueves, 16 de junio de 2011

"gris"



Ha llegado a dárseme muy bien eso de decir una cosa cuando estoy pensando otra, fingir que estoy tranquila y feliz cuando en realidad estoy desquiciada. Es una de las destrezas que se van perfeccionando a medida que una se hace mayor. Hay que ser consciente de que siempre hay gente escuchando lo que dices.

A veces siento que hay dos yoes, uno situado directamente encima del otro: el yo superficial, que asiente cuando se supone que debe asentir y dice lo que debe decir, y otro, más profundo, la parte que se preocupa sueña y dice "gris". Casi siempre funcionan de forma sincronizada y apenas noto la escisión, pero en ocasiones se comportan como dos personas distintas y siento que estoy a punto de romperme.



miércoles, 8 de junio de 2011

Días negros



[...No todo fue bueno, no todo el tiempo. A veces me  levantaba en mitad de la noche para ir al baño y la oía llorar. Ella siempre intentaba amortiguar el ruido con la almohada, pero yo lo sabía. Cuando lloraba era aterrador. Yo nunca había visto llorar a una persona adulta, ¿entiendes? Y la forma en que lloraba, los gemidos... Parecía un animal. Y luego había días en que no se levantaba de la cama para nada. Los llamaba días negros...]


sábado, 4 de junio de 2011