jueves, 2 de septiembre de 2010

...

Eres como un yoyó. Arriba, abajo y de nuevo arriba. Cuando tiran de ti y estás arriba te sientes pletórico, te sientes grande, sientes que te puedes comer el mundo mirándolo a los ojos y disfrutas con ello, disfrutas de tu grandiosidad, de las cosas que eres capaz de hacer, y lo que más deseas es que dure para siempre, que nunca se acabe aunque en un rinconcito de tu mente sabes que las cosas que suben tienen que bajar pero en esos momentos no te das cuenta pues estás demasiado eufórico disfrutando todo lo que hay ahí arriba.

En unos segundos bajas. La caída es tan rápida que no la sientes. Cuando te das cuenta ya estás abajo y te sientes muy muy pequeño. Sientes que es el mundo quien te va a comer a ti y ni siquiera te atreves a mirarlo a los ojos porque tienes miedo de estar ahí abajo. No ves ninguna luz, todo está muy oscuro y quieres que vuelvan a tirar de ti para volver a estar ahí arriba.

Pero, ¿qué pasa cuando nadie maneja el yoyó? Tienes que subir por tus propios medios, luchar contra la gravedad, contra la oscuridad. Luchar es duro, la gravedad es más fuerte que tu y cuando tienes unos centímetros ganados vuelves a caer. Tiemblas de miedo pues no sabes si vas a volver a ver lo que hay arriba y piensas si no habría sido mejor estar siempre abajo, no haber subido nunca, no haber conocido nunca lo que se siente estando arriba.

Después de todo, no sabes si tienes fuerzas para volver a intentarlo una vez más.

1 comentario:

  1. No hay altura sin cuesta... Si todos pudieramos conseguir grandes cosas sin esfuerzo, no serían grandes cosas...

    Llega arriba... jamás volverás a caer ;)

    ResponderEliminar