domingo, 23 de enero de 2011

La luz.

Hace 22 años se encendió una luz en el cielo. La luz era muy pequeña y brillaba muy poco. Era un pequeño punto de luz en el inmenso y negro cielo y, como a su alrededor había otras luces mucho más grandes y brillantes, no se distinguía de entre las otras.

Poco a poco la luz fue buscando su rinconcito en el enorme cielo. Encontró un rincón oscuro y apartado de los grandes cúmulos de luces y decidió que aquel sería SU rincón. A menudo se sentía sola y apartada del resto de luces pero sabía que sólo así podría brillar en todo su explendor.

En el rincón la luz fue creciendo y ganando luminosidad. Otras luces se le acercaban y crecían junto a ella pero después se marchaban, siempre se marchaban pero la visita no era en vano. De todos esos puntos de luz cogía unos destellos para ella para su crecimiento, para su brillo.

Y siguió creciendo. Y siguió brillando.

En ocasiones la luz amenazaba con apagarse pero nunca llego a extinguirse por completo y cuando volvía a brillar lo hacía con mucha más potencia que antes.

Y siguió creciendo. Y siguió brillando.

Y ahora que han pasado 22 años el pequeño rinconcito donde la pequeña luz habitaba no existe. Después de 22 años la luz os deslumbra, os fascina, os asusta. La luz es enorme, potente y majestuosa. La luz ilumina todos los rincones del firmamento.

Durante estos 22 años la luz ha aprendido a brillar, ha aprendido a crecer, ha aprendido a deslumbraros.

Y seguirá creciendo… y seguirá brillando…

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