domingo, 6 de febrero de 2011

El cajón desastre

Una vez más vuelves a abrirlo.

Sabes que está ahí, sabes que si lo abres dolerá pero tú, irremediablemente, tienes que abrirlo. A veces pienso que te gusta, que disfrutas cuando te hacen daño, que te gusta llorar por batallas perdidas.

Y lo abres. Y al principio sonríes. Lo que encuentras allí te traslada a otra época de tu vida, aquella en la que eras feliz. Te olvidas del día en el que vives y viajas a aquel día en el que todo era felicidad. Y disfrutas. Disfrutas recordando aquellos momentos, aquellos juegos, aquellas cartas… Mientras el cajón esté abierto nada puede hacerte daño.

Pero el cajón no puede estar abierto siempre. Tienes que cerrarlo para volver a tu vida, a tu presente. Cuando lo cierras se te desgarra el corazón y te das cuenta de lo infeliz que eres. Te das cuenta de las veces que has luchado por cosas por las que aun no sabes si merece la pena luchar. Te das cuenta de todo lo que has dejado atrás. Aquellas sonrisas, aquel sol, aquel césped… te das cuenta de lo “mayor” que eres y de lo alejada y sola que te encuentras. Te das cuenta de que el mundo ya no es lo que era. Te das cuenta de que no puedes parar y rebobinar el tiempo hasta aquella época, en la que te levantabas con una sonrisa todos los días.

Cierras el cajón y una lágrima resbala por tu mejilla.

Cierras el cajón con la esperanza de olvidarlo y no volver a abrirlo jamás.

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