sábado, 13 de marzo de 2010

Blancas y negras.

Las piezas están sobre el tablero. La partida ha comenzado.

Primero salen los peones, pequeñas piezas de ningún valor, entrenados para eso, para sacrificarse por ti mientras tu esperas tu turno. Caen uno a uno, sin ningún dolor, muriendo por ti sin saber tus razones para llevarlos a ese matadero, pero a ti no te importa porque solamente son meros peones.

Después atacan las torres: grandes fortalezas construidas con tus propias manos para ello, para aguantar el tirón mientras tú te guareces detrás de ellas. Son destruidas de un solo golpe sin ninguna piedad y decides sacar el séptimo de caballería.

Tus 2 caballos. Domados para que tú cabalgues sobre ellos y dispuestos a sucumbir por ti si es necesario, a sacrificarse por su señor. Caen bajo las lanzas de los peones negros aunque se los llevan a todos de calle con sus pezuñas, pero a ti no te importuna. Eran simples caballos.

Los siguientes son los alfiles. Tus fieles compañeros, aquellos a los que llamabas amigos pero que también vas a sacrificar pues en este juego todo sacrificio es poco para que consigas ganar que al final es lo único que importa. Salen a luchar por ti, a morir por ti, y lo hacen sin compasión ninguna por parte de los alfiles negros. Ellos se sentirán orgullosos pues han dado la vida por su compañero de batallas, por su “rey”.

A tu lado tu reina. La diosa de tus sueños, tu compañera y confidente, la persona a la que le has contado todos tus secretos, con la que has compartido parte de tu vida, la que te ha hecho llorar, reír y sentir. Ya solo queda ella pero también vas a sacrificarla pues solo es una pieza más del tablero. Ella tiene el poder de moverse por todo el campo de juego y es capaz de acabar incluso con la otra reina aunque juegan de igual a igual, pero tu capacidad mental la ayuda a ello, a sacrificarse por ti. Y lo hace con la idea de que cuando la partida acabe, cuando ganes, llorarás su muerte mas tú sabes que no lo harás pues solo es una pieza más de todas las que han fallecido por ti.

Ya solo quedas tu. El rey. Has sacrificado a tus peones aquellos a los que entrenaste durante años, tus torres las que tardaste tanto en construir, tus caballos que con tantos esfuerzos conseguiste domar, los alfiles que tantos buenos momentos te han dado y a tu reina, la niña de tus ojos, la que en un principio protegías con tanto ahínco entre los caballos, las torres, los alfiles y los peones.

Partes hacia la lucha contra el otro rey que por una pequeña casualidad del destino también está solo. Lucharás contra él hasta que ganes la partida, completamente solo pues has sacrificado a todas tus piezas.

Ganas la partida. Eras más inteligente y más sabio que él y lo consigues sin mucho esfuerzo. Sientes una pequeña emoción por la victoria, pero miras a tú alrededor y ves a todas tus piezas, las que te han protegido hasta el final muertas, destruidas. No sientes dolor, no lloras a tu reina, no le cierras los ojos a tus alfiles.

Lo único que importa es que has ganado la partida, el resto de las piezas no tienen ninguna importancia, puedes entrenar y construir otras y lo harás para poder jugar la siguiente partida.

La próxima vez jugaré con las negras.

1 comentario:

  1. Así q son solo piezas, q más da cuántas mueran? El fin siempre justificará los medios? Perdona q discrepe =P.

    Hay q ser cauteloso cuando juegas con la única mentalidad de ganar, al final perderás todas tu piezas y con 1 rey nunca ganarás. 2 reyes en un tablero implica un empate forzoso, nadie gana,los 2 perdéis.

    Y todo por restarle la importancia que merecen el resto de piezas...

    PD: Por mi el jueves guay xD. Cuando Ud. pueda.
    Muak

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