domingo, 8 de agosto de 2010

Respirar.

Inspiras, espiras, inspiras, espiras…lo necesitas para vivir, pero, ¿sólo es respiración por simple supervivencia o es algo más?

Sales a la calle e inspiras, un olor a tierra mojada te llena por completo y sonríes “hacia mucho que no olía yo algo así”. Espiras muy lentamente y empiezas a caminar. Vagabundeas por las calles, despacio, sin prisas y sin rumbo fijo “total –piensas- tengo todos los segundos del mundo”. Giras la esquina de una calle y vuelves a inspirar, tus ojos se abren completamente de la sorpresa “olor a pan recién hecho, uno de mis preferidos “. Inspiras hondo, muy hondo hasta que tus pulmones te gritan que ya no pueden con más aire, pero no es el aire lo que quieres si no esa fragancia que tanto te embriaga y te hace llegar hasta el éxtasis en unos pocos segundos. Espiras despacio muy despacio aun disfrutando de la sensación del aroma en tus fosas nasales y necesitas volver a inspirar pero no porque tu cuerpo te pida mas oxígeno sino porque sientes que tu vida depende de volver a sentir ese olor. Inspiras de nuevo pero ya no lo sientes, has seguido caminando y te has alejado del olor sin darte cuenta. Te decepcionas y espiras.

Continúas caminando y continúas inspirando y espirando, cientos de sensaciones llegan a tu cuerpo con cada inspiración.
Inspirar ha dejado de ser una acción involuntaria para capturar el oxigeno que necesitan tus células.

1 comentario:

  1. ¿Sabes que te me has adelantado con esta entrada? ¡Llevaba un tiempo pensando en escribir algo parecido!

    La verdad es que es curioso como un simple olor consigue despertar tantas sensaciones, tantos recuerdos... Me encanta cuando, andando por la calle, un olor, algo tímido juguetea con tu nariz. En ese momento, te paras, cierras los ojos y un millón de imágenes sacuden tu cabeza... Es una sensación que no cambiaría por nada.

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