lunes, 26 de julio de 2010

Palacios...

Siempre le había parecido que la conciencia de la muchacha era simple, sencilla, porque era fácil ver todo lo que pensaba. Ahora que estaba dentro se daba cuenta de que era mucho más compleja de lo que había supuesto. Lo que ocurría era, sencillamente, que los niveles de su mente eran tan luminosos y transparentes que podía contemplarlos todos a la vez. Así, si la mente humana era una choza y la de Christian, un castillo, la mente de Victoria era como un bellísimo palacio de cristal, muy pequeño en comparación con su propia mente, pero puro y diáfano. Y todos los recovecos de su conciencia mostraban un delicado entramado de pensamientos, sutil como la luz de las lunas, brillante como una gema irisada.

No se quedó mucho tiempo allí, sin embargo. No quería perturbar con su presencia aquel lugar secreto, que le pertenecía solamente a ella. Christian siguió explorando la mente de la muchacha, admirando los arcos cristalinos que sostenían su conciencia. Y entonces entendió por qué le parecía tan hermoso.

La mente de Victoria era delicada y transparente, como el cristal... como el hielo.

1 comentario:

  1. Simplemente magnifico... Podría ponerte un "don tocho" sobre lo que opino y las miles de cosas que me ha suscitado el texto... pero es que me has dejado sin palabras...

    Gracias

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