Pensar, se dijo. El trabajo del día era pensar. La mente y el aislamiento, porque en el fondo no importaba si uno pasaba las horas con otro o no; en el fondo uno iba solo. Le parecía haber puesto tantos kilómetros en su cerebro como en sus pies. Los pensamientos seguían surgiendo y no había manera de rechazarlos. Era suficiente para que uno se preguntara que pensaría Sócrates justo después de apurar el vaso de cicuta.
Aisss pekeña krusty, sabes de sobra que pensar es malo, deberias dejar de hacerlo. XD
ResponderEliminarBueno, pensar esta bien. Lo malo es pensar demasiado. No merece la pena pasarse días y días pensando en lo mismo. Nada merece tanto la pena.